Adelaide Carmichael sabe que ha perdido la cabeza.
Está consiente de que está siendo enviada a La Institución Oakhill, pero le han dicho que fue enviada allí para mejorar.
Le han dicho que el personal está ahí para ayudar.
Y no le toma mucho tiempo a Adelaide descubrir que estaba muy, muy equivocada acerca de La Institución Oakhill. Los pacientes deambulan por los pasillos como zombis. Las corrientes eléctricas vibran a través de las paredes de yeso.
Los pacientes son alimentados con sedantes como puré de papas y ahora Adelaide sabe una cosa segura, quiere salir.
Y hará lo que sea que pueda para escapar.
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