Livie siempre ha sido la estable de las dos hermanas Cleary, manejando la trágica muerte de sus padres y la fase autodestructiva de Kacey con fuerza y madurez. Pero debajo de ese exterior es una pequeña niña colgando de las últimas palabras que su padre le dijo jamás. “Haz que me sienta orgulloso”, había dicho. Ella prometió que lo haría… y ha hecho todo lo posible en los últimos siete años con cada decisión, con cada palabra, con cada acción.
Livie entra en Princeton con un sólido plan, y está empeñada en cumplirlo: tener éxito en sus clases y conocer a un buen y respetable chico con el que va a casarse algún día. Lo que no es parte de su plan son los tragos de Jell-O, una adorable y juerguista compañera de cuarto a la que no puede decirle “no”, y Ashton, el magnífico capitán del equipo masculino de remo. Definitivamente él. Es un idiota arrogante que hace que se encienda el temperamento normalmente inexistente de Livie y todo lo que no quiere en un hombre. Peor, él es el mejor amigo y compañero de cuarto de Connor, que casualmente se adapta perfectamente a los criterios de Livie. Así que, ¿por qué sigue pensando en Ashton?
Mientras Livie se encuentra enfrentando calificaciones mediocres, aspiraciones profesionales que ya no piensa que pueda manejar y sentimientos por Ashton que no debería tener, se ve obligada a dejar de lado su última promesa a su padre, y con ella, la única identidad que conoce.
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